domingo, 29 de marzo de 2020

Atrapadas en el castillo Cap 1 Perder

Red abrió los ojos y vio todo aquello, estaba atado aquella cama e intentaba moverse pero sus ataduras en brazos y pies lo dejaban paralizado. El chico de unos treinta años cuerpo atlético y pelo oscuro, estaba semi desnudo llevando solo unos calzoncillos. Habia caído en la guerra, habia sido uno de tantos presos que estaban perdiendo la guerra. Movió un poco su cabeza y vio una mesa llena de instrumentos médicos, manchas de sangre por todos lados. El chico trago saliva mirando el techo de la habitación. Se abrió la puerta y entraron cinco médicos preparados para la operación, tenían sus rostros tapados con mascarillas y excepto por sus ojos no sabia si eran hombre o mujeres.

 -Dejarme en paz, no me toquéis…

Uno de los médicos le pusieron la anestesia haciendo que respirara el gas por una mascarilla, Red intento resistirse pero se quedo profundamente dormido. Cada vez que abría los ojos para volver a ser dormido solo veían esas manos ensangrentadas, unos implantes de silicona en una de sus manos, levanto un poco su cabeza y vio como estaban abriéndole las caderas, el ombligo, volvió a ser dormido nuevamente.

Al abrir los ojos poco a poco vio que los médicos habían salido de la habitación, pero aquella no era la habitación donde fue encerrado, era una habitación de un hospital con sus ventanas que entraban la luz del día. Se miro las manos y seguía viendo que estaba atado  la cama, manos y pies. Intento gritar pero no podía, no podía ver lo que le habían hecho ya que le tenían cubierto por una sabana su cuerpo, al mover su cabeza vio como el pelo largo y oscuro cayo por su frente. Ibrice una mujer vestida con traje, blusa blanca, americana, pantalones de tela muy apretados, tacones de aguja, pelo recogido con un moño. Gafas de pasta. Entro en la habitación y se quedo mirando a Red, comenzó a sonreír mirándolo.

-Bueno Señor Red bienvenido a la democracia de Esburgo, usted quiso destruir nuestra tranquilidad y usted como otros soldados fueron reciclados para nuestro placer.

Red se quedo mirándole por unos instantes y suspiro. Ibrice se acerco y le poso la mano por el rostro. Una enfermera entro en la habitación con una mesita con ruedas donde llevaba unos instrumentos médicos, la enfermera cogió su rostro y le cogió un hilo, tiro poco a poco de el dejando libre sus cuerdas vocales. Lo sintió podría hablar:

-¡¡¡QUE ME HABÉIS HECHO!!!-Red sintió como su voz era diferente era femenina-¿Mi voz por que suena como una mujer que me habéis hecho?

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