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Lily Cade es Andrew/Andrea |
La
chica pelirroja de apariencia aniñada, paseaba por las largas calles de la
ciudad, estaba perdida, estaba hundida ante lo que había pasado. No lo entendía,
no entendía esa locura ya que se había transformado en una noche en una mujer. Se
paro frente a una tienda de 24 h y se vio reflejada, como podía ser, había pasado
de ser un abogado de éxito a ser a una chica que podía ser que podía tener poco
menos de 20 años. Lo más duro es que nadie le creería.
Paso
a paso sentía la humedad, el frio de la ciudad que se calaba en sus huesos, necesitaba
algo de calor ya que estaba tan lejos de su apartamento, con calefacción, con
sus mantas, con sus lujos, lo había perdido todo.
Se
paro frente a una parroquia donde había una larga cola de vagabundos que acudían
para poder tomarse una sopa caliente y poder dormir en su sitio caliente en
estas noches del duro invierno.
Se
añadió a la cola y se cruzo de brazos para intentar tener algo de calor, con
sus mangas se tapaba la nariz ya que no quería oler el asqueroso olor de los marginados
que tenía delante y detrás de ella.
Cuando
entro dentro de la parroquia y consiguió un plato de sopa caliente, se dio
cuenta que había un teléfono, que estaba hay para que los vagabundos se
comunicaran con sus familiares, para que les recogieran, para hacer las paces y
volver a la sociedad, ella recordó a su hija Megan, podría llamarla para
pedirle ayuda.
Pero
rápidamente bajo su mirada, ya que su voz era tan diferente, tan femenina que,
seguro que su hija no la reconocería ¿Por qué iba a reconocer a su padre? El
que se divorció de su madre y que casi le había olvidado. Negó con la cabeza y
se sentó a una mesa. Saboreo una cucharada y se dio cuenta que era asquerosa la
sopa, pero al menos llenaría su estómago y le llenaría de calor, algo que
necesitaba en esos momentos.
Otra
de las cosas que les dio el párroco fue unas mantas para pasar la noche en la
parroquia, donde había instalado doscientas camas, se sentó en el mugriento colchón
y vio como los demás vagabundos se acostaban, ella lanzo un largo suspiro y vio
que al final de pasillo había un lavabo.
La
jovencita se miro al inmenso espejo apoyando sus manos en el lavamanos y estaba
examinando su nuevo rostro femenino, esas pecas, esos lunares, se acaricio su
redondito rostro y lo pellico con fuerzas, hasta sentir dolor, quería despertarse
de una maldita vez, pero no lo conseguiría.
Se
bajo la cremallera de su chándal y se levantó la camiseta, quería examinar sus
pechos, eran tan reales, quería saber mas como era su tacto, ya que estaba
encerrado en ese cuerpo. Se bajo la camiseta asustada al escuchar una voz tras
de ella, una voz femenina de una chica tan joven como ella:
-Vaya
veo que no soy la única chica de este refugio….
Ella
se giro y vio a Karen una chica de su misma edad, una jovencita de pelo rubio,
ojos hundidos y cansados, estaba muy delgada, vestía con un jersey sucio y unos
pantalones gastados, con unas zapatillas de deporte:
-Soy,
soy Andrea Perkins ¿Y tú?
La
chica rubia se acerco a la pelirroja y le miro sonriendo:
-Soy
Karen Milligan ¿Quieres fumarte unos cigarrillos y charlar?
-Si,
claro, necesitaría también mucho alcohol para olvidar el primer día del resto
de mi vida, eso espero…
Karen
saco se su bolsillo el paquete de tabaco y un mechero, sonrió al sacar una
botella de whisky que había robado a uno de los vagabundos que estaban
durmiendo:
-Creo
que tendrás suerte cariño….