viernes, 27 de marzo de 2020

Belladonna a sus pies


Veía pasar el paisaje tras la ventana del vagón, quería escapar unas cuantas semanas para intentar juntar las piezas de lo que había sido su vida, será complicado pero tenía que hacerlo.

Belladona, eso no era un nombre normal ni siquiera era su verdadero nombre, era el nombre artístico de una actriz porno cualquiera. Con tan solo 31 años ya estaba cansada del sexo y fingir sin cesar, estaba cansada de todo el mundo que se movía tras esa industria. Se vio tantas veces en esas películas, se vio tantas veces vejadas por los hombres, que había perdido casi el sentido. No quería acabar como otras actrices que se operaban todo el cuerpo y se convertían en monstruos de silicona. 

Belladona era a un de verdad de carne y hueso, aún no había pesado por un quirófano. Una joven de piel morena, pelo corto y negro como sus ojos, unas curvas para nada exageradas. Lo único que llamaba la atención de ella era el gran tatuaje de su hombro de cientos de colores chillones. Suspiraba mirando por la ventana, suspiraba al recordar las vueltas que ha dado la vida para romper con todo. Su padre un militar que hizo que de muy pequeña conociera medio mundo sin encontrar un hogar, las bases militares eran algo tristes para las familias. Recordaba como su padre era muy estricto con los hombres que ella conocía, poniendo pegas a cada uno de ellos. Al final cuando pudieron volver a vivir en Norteamérica, comenzó a vivir. 

A los 16 casi era la más puta del colegio, era una rebelde que tras beber a escondidas era demasiado fácil, era tan sencillo como robar unas cervezas y emborracharla para que estuviera toda la noche gritando de placer, entre los chicos se hizo muy popular. Ella quería ver a su padre enfadado y lo consiguió muchas veces, las veces que aquel viejo militar la destrozo con la correa, ella pensaba en escapar o humillar más su nombre comiendo más pollas.

Cuando cumplió los 18 conoció a un delincuente de medio pelo llamado Henry, los dos escaparon del pequeño pueblo dejando atrás a su padre. Era casi una vida increíblemente excitante, estuvieron viajando por toda América visitando todos los moteles de carretera, paquetes y paquetes de condones gastaron en su vida de vicio. Pero Henry estaba demasiado enganchado a las drogas duras y murió de una sobredosis. Belladona vio que no podía volver a su antigua vida y estaba desolada. Trabajo de camarera en una cafetería en algún punto del desierto de california, la chica con la sonrisa más bonita del punto más olvidado del desierto. Por unos dólares más acababa acostándose con cualquier camionero, sabía cómo ganar mucho dinero y la sabia chupar muy bien.

Una de sus compañeras de trabajo le conto que se ganaba mucho trabajo en el bar de striptease, había perdido la virginidad, a sus padres y también la vergüenza. Sería un paso más para ella cambiar la vida de camarera calienta braguetas por la de bailarina. Sudo sangre, forzó todos los músculos de su cuerpo y adquirió una flexibilidad casi de trapecista. Sabía cómo moverse por la barra como nadie, hasta hacia horas extras en el tugurio donde trabajaba para que los pajilleros la pudieran ver. Sacaba las bragas llenas de billetes en cada actuación. Eso era una vidorra impresionante para ella, después las juergas con el alcohol o con las drogas eran diarias. Después fue fichada para un casino de las Vegas, no podría creer que iría a la ciudad de las luces, la ciudad que nunca dormía. En uno de sus espectáculos conoció a un productor de cine porno que se quedó fascinado por ella, Belladona aparte de querer más dinero quería ser famosa, no tardo mucho tiempo en acostarse con el productor. Se entregó más que nadie y sudo sin cesar. Consiguió sacarle hasta la última gota de sudor y provocarle una hernia, ya que nadie era capaz de domar a la trapecista del sexo.

Belladona se levantó y comenzó a buscar entre sus maletas un álbum de fotos, tenía la manía de guardar todas las portadas de las películas en que aparecía, se llevaba las manos a la cara cada vez que veía una nueva portada y las fotos de la película.
-como me puedo humillar de esa manera-murmuraba Belladona.
Una vida casi perfecta, el dinero llovía sin cesar como los premios del mundillo pornográfico. Se codeaba con hombres que la destrozaban y mujeres que no sabían lo que era la decencia. Pensaba al pasar las hojas del álbum en los hombres que suspiraban por ella, de las veces que esos hombres se habían puesto cachondos al verla follar sin cesar o cabalgar con un rostro lleno de placer. Ella pensaba que si se hubiera casado con un puto salido que compraba sus películas hubiera sido más feliz, más feliz que casarse con un compañero de trabajo. Tres años casados, con una bonita casa en la playa y tenían la suerte de trabajar muchas veces juntos. De su cama al plato quien podría pedir más.

Pero un día encontró a su ex marido con una compañera de trabajo, míster Boobs una furcia que tenía las tetas más grandes que la cabeza de Belladona. Al llegar y verlos juntos miro a su alrededor, miro si había cámaras. No se podía creer que algo tan tópico de su oficio le estuviera pasando. Llena de odio como rencor solo deseaba desaparecer unos días, desaparecer cuando su abogado le sacaba a su ex hasta el último dólar.

Cogió otro álbum de fotos, ese álbum que tenía escondido, un álbum que no quería que nadie viera. Lo abrió con ganas de disfrutar de las fotos. Un montón de pies femeninos, un montón de fotos de pies de sus compañeras de trabajo. Solo los pies más bonitos, los pies que más le excitaban. Vio una foto del pie más delicioso, tenía las uñas pintadas de rojo y eso le excitaba muchísimo. Desearía lamer cada dedo, desearía frotarlo por su cuerpo y como esos dedos se hundirían en su sexo tocando su clítoris. Ella estaba totalmente sola en ese vagón, aprovecho para comenzar a tocarse a meterse su pequeña mano en los pantalones y no dejar de frotarse al ver ese delicioso pie. Era increíble que hubiera cosas que le siguieran excitando pensando que tenía su sexo tan reventado que era casi insensible.

El tren se paró lentamente y allí vio las enormes playas, quería desconectar y por eso viajo a un pequeño hotel de Miami, se pasaría los días en la piscina o tostándose en la playa. Tan lejos de la gente como fuera posible, seria asqueroso encontrarse con algún pervertido que pensara que ella era una ninfómana como en sus películas. El taxi le dejo a la puerta de aquel hotel, al bajar miro a su alrededor, le gustaba lo que veía grandes jardines y una gran piscina. El botones del hotel abrió el maletero y cogió la maleta de Belladona, lo que más le sorprendió es que el botones era una chica, una joven pelirroja vestida con ese tópico traje rojo, tenía unos ojos bonitos y unas deliciosas pecas por toda la cara. Al subir por el ascensor junto a la botones, ella sintió como la miraba sin cesar. Al llegar a su habitación la botones abrió la habitación dejando las maletas en el comedor, miro a Belladona:

-perdone, usted es actriz-pregunto la botones.

Belladona sonrió y metió su mano en su bolso y saco un par de dólares:

-he visto mejores halagos para sacar una propina y mira que he sido camarera-dijo sonriendo Belladona.

Al quedarse por fin sola decidió que lo mejor que le vendría seria unas horas en la piscina y tomar el sol, la última vez que se acercó a una piscina fue para hacer una orgia y no tenía buenos recuerdos de aquello.

Bajo las gafas de sol se veía una glorioso sol que estaba a toda potencia, una piscina que parecía tentadora al brillar de esa forma el agua. Tumbada en la hamaca escuchando algo de música estaba Belladona y desearía que la cosa no se acabara nunca. No quería pensar en lo que le esperaba a su llegada ni quería llevar la vida llena de excesos que un purista le había marcado por ser actriz porno. En esos momentos era una chica normal. Al entrarle algo de sed comenzó a mirar por la piscina para ver si tenía suerte y había algún camarero, pero vio algo casi mejor. Unos bonitos pies femeninos, no estaban cuidados en excesos ni siquiera llevaba las uñas pintadas, pero eran cuasi deliciosos. Se quitó las gafas de sol y hay estaba la botones, con unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes, descalza al estar limpiando la piscina. Cuando más se movía más ganas le entraban a Belladona de lamer esos pies, de llenarlos de aceite y frotarlo por todo su cuerpo. Se sentía incomoda al verlo, ni siquiera las curvas de infarto de la pelirroja parecía existir para ella, había fornicado con tantas mujeres como esa que no le llamaba la atención, pero esos pies eran de ensueño.

La botones se quedó otra vez mirándola, la miraba de una forma curiosa. Seguía con la idea de que había visto antes a Belladona y no recordaba donde. Belladona vio como esos pies se acercaban a ella y eso hizo que se pusiera nerviosa, se pararon delante de su hamaca levanto su mirada y allí estaba ella. La botones la señalaba con el dedo intentando recordarla:

-Disculpe pero juraría que le he visto en algún sitio, usted famosa. Creo haberla visto en algún poster de alguna película-dijo la botones.

Belladona suspiro y se levantó de su hamaca, cogió su toalla y su bolso. Le miro a los pies y después recorrió su cuerpo hasta llegar a su aniñado rostro:

-mm, ya no te voy a dar más propina, no sigas con el mismo tema. Ya que puedo hablar contigo quisiera que alguien me arreglara el grifo de mi bañera-dijo Belladona.

Sonrió al irse a la habitación, guardaba sus gafas pensado en el tema. Claro que había aparecido en muchos posters de películas, mejor dicho vhs o DVD, aparecía como dios la trajo al mundo y a veces con cientas de cosas metidas en la vagina. El que diseñaba esos posters no era un ser con buen gusto. Se llevó las manos a la cabeza pensando en los títulos, los grotescos títulos.

Se sentó en la cama y por su cabeza solo estaba la imagen de esos lindos pies, saco de su maleta un pequeño maletín lleno de utensilios de pedicura, para una fetichista como ella era importante, tener siempre los pies perfectos. Comenzó a ponerse crema lentamente y a pintarse de rojo cada una de las uñas, se tumbó en la cama suspirando. No se podía quitar de la cabeza esos pies, lentamente su manos fueron acariciando sus pechos y llegaron a la zona más íntima de su cuerpo, era lo que la calentura le pedía.

Sintió como lo tenía muy húmedo y sentía los labios jugando con sus dedos, cuando comenzó a frotar su sexo alguien toco a la puerta. Comenzó a sonreir, se sentía casi como una adolescente que descubria el placer de su cuerpo y era descubierta por sus padres. Abrió la puerta y allí estaba la botones con una caja de herramientas y con la gran suerte que llevaba puestas unas chancletas, se podían ver con toda la gloria esos pies.

-mmm, me gusta servicio rápido, no hace falta que le diga donde esta el cuarto de baño-dijo belladona con una sonreía entre sus labios.

La botones se dirigió al cuarto de baño, Belladona la observaba apoyada en el marco de la puerta, la chica vio que el grifo estaba perfecto.

-Señora, el grifo está perfecto-dijo la botones.

-por dios no me llames señora, seguro que soy un par de años mayor que tu-sonrió Belladona.

Se acercó a ella y le toco la naricita plagada de pecas:

-tenías razón soy famosa y me llamo Belladona, pero habrás sido una chica muy mala si has visto alguna película mía-poso Belladona sus manos en sus caderas-ya que soy actriz porno.

Algo egocéntrico se había comporto Belladona al hablar así, comenzó a pensar cuando salía del cuarto de baño, la botones estaba alucinada tras escuchar eso, jamás había conocido a una actriz porno. Belladona se sentó al filo de la cama y miro a la joven:

-bueno, famosa lo que quiere decir famosa solo para un montón de pajilleros-dijo mirando al suelo-me paso más veces enseñando mi cuerpo con un tanga diminuto, casi echo con seda dental.

-me tiene que hablar como es ese mundo-dijo ilusionada la botones.

Belladona levantó su mirada del suelo y la miro a los ojos, miro la cama y le sonrió:

-porque no te sientas a mi lado y te hago la pedicura, así charlamos-dijo Belladona.

La chica estirada en la cama comenzó a pensar que le quería preguntar a su nueva a miga, mientras Belladona se ponía a cien solo por masajear esos pies, levanto su mirada y vio sus ojillos mirándola:

-dime, cómo te llamas? No quiero llamarte la botones ni la chica de los encargos-dijo Belladona.

La chica sonrío, se sentía extraña ya que esos toqueteos a sus pies le parecían al excesivos.

-Me llamo Sara y desde hace años ayudo a mis padres en el hotel-sonrío Sara-no crees que lo que m haces es demasiado.

Belladona beso sus pies y le sonrió:

-para una joven como tu es muy importante los pies-dijo Belladona-no querrás que dentro de algunos años te duelan-siguió masajeando los pies-venga pregunta lo que quieras.

Sara se llevó el dedo a la boca pensativa, por un lado le daba algo de corte y por otro se moría de ganas de preguntar, era extraño pero esa forma de tocarles los pies le comenzaba a gustar.

-te seré sincera y no se lo digas a mis padres, estaba en un sepxop con unas amigas  pude ver un poster donde salías tu-señalo a su amiga- debajo había una tele que pasaba una película, me dolía ver como esos dos hombres te trinchaban como un pavo.

Belladona acaricio los de Sara y lentamente se fue acercando a ellos, los iba poniendo lentamente entre sus piernas. Sara la miraba porque sentía que su entre pierna estaba muy caliente.

-estoy tan acostumbrada a esos bacanales, tengo el culo tan pateado que me cabria hasta un bate de beisbol-dijo Belladona-dos tíos? Solo tengo que fingir y ya está.
Belladona levantó el pie de Sara y lo miro lentamente, lo comenzó a lamer. Eso a su amiga le parecía tan extraño tratándose de un masaje.

-con cuántos hombres lo has hecho-pregunto Sara.

-perdido la cuenta, pero seguro que si los cantara hubiera batido un record-dijo Belladona sonriente.

-Belladona  con mujeres?-pregunto curiosa Sara-lo as echo con otras mujeres?

-si con cientas, te podría decir que me lo paso mejor con ellas que con una polla en la mano-dijo Belladona imitando una felación.

Sara vio como Belladona se metió el dedo gordo de su pie en la boca y en vez de asustarse prefirió cerrar los ojos. Ya que eso comenzaba a gustarle.

Se sacó el dedo gordo de la boca y un largo hilo de saliva se fue derramando por el pie de Sara.

-eso es déjate llevar-dijo Belladona-tienes unos pies deliciosos, deja que juegue con ellos.

Belladona de levanto y comenzó a desnudarse, a quitarse el pequeño biquini que llevaba. Sara que quedo mirando el tatuaje tan excesivo de colores que llevaba en su brazo derecho.

Sara comenzó a quitarse la camiseta enseñando sus bonitos  grandes pechos, 
Belladona se tumbó a su lado y la comenzó a besar mientras sus cuerpos se frotaban en ellos y sobre todo sus pies se acariciaban entre ellos. Le beso lentamente los pechos, pellizcando los pezones levemente, la lengua de Belladona se fue deslizando por su ombligo hasta que comenzó a quitarle el pequeño pantalón corto que llevaba su amante. Sara la miro y sabía que era lo siguiente que iba a lamer, trago saliva ya que todo ese calentamiento era un desliz al lesbianismo o algo que hubiera hecho con una amiga. Pero que le comiera el coño eso la convertiría en una lesbiana totalmente, pensaba su pequeña mente con prejudicios.

Belladona miro el pequeño felpudo, y en vez de lanzarse a lamer sin cesar a penetrarlo con sus dedos o mezclar sus jugos vaginales con su saliva prefirió hacer otra cosa. Levanto la pierna de Sara y se metió los dedos en la boca, comenzó a frotarse con su pierna lentamente, su vagina se fritaba con pierna cuando se deshacía al sentir los dedos en la boca. Sara se quedó sorprendida ante su extraña experiencia lésbica, mientras que veía esa situación y Belladona le relamía el pie y se fritaba contra su muslo como una perra, prefirió acariciar su trasero.

Entre saliva y aceite los pies de Sara parecían que brillaban, trago saliva y esta vez jugaría a los juegos de Belladona de follarse los pies. Su amante abrió las piernas mostrándole una vagina totalmente depilada, Sara trago saliva la veía desde el otro lado de la cama y lo comenzó a acariciar lentamente, sin saber cómo tendría que hacerlo.

-méteme esos dedos sin miedo-le dijo Belladona.

Así hizo Sara y comenzó a sentir el calor dela vagina de Belladona:

-siento, siento como te derrites, siento tus labios entre mis dedos. Juraría que casi me cabe todo el pie.

Belladona estaba ya muy lejos. Estaba muy caliente apunto de correrse, esos dedos eran deliciosos. Grito con todas sus fuerzas al sentir un olvidado orgasmo.
Belladona sonrió, su rostro mostraba satisfacción y placer. Sara se quedó pensativa, esos juegos de pies no le habían puesto nada, Sara iba hablar cuando Belladona se acercó a ella, le puso el dedo en la boca para que callara:

-a hora déjame, por algo me llaman la lengua mágica, túmbate y disfruta-dijo Belladona.

Sara se tumbó y vio cómo su amante comenzó a lamer sin, sus ojos se pusieron bizcos de golpe y sentía algo que no había sentido nunca, un bacanal de placer. Eso era mejor que la vez que perdió la virginidad.

Parecía que de la habitación salían fuegos artificiales, para Sara era la gloria. Para Belladona fue una experiencia ya que no recordaba un orgasmo.

Tres meses después Belladona estaba en su casa de la playa, una casa que no tocaría mas su ex marido, respiraba tranquila. Llevaba un albornoz y debajo de él estaba totalmente desnuda. Se encendió un cigarro y recordó cómo fue aquel día. Tras de ella se escuchó una voz, era la de Sara que iba totalmente desnuda, Belladona la miro y sonrió. Que suerte tuvo la chica de escapar de casa y no tener que aguantar el calvario que ella soporto.

-entonces Belladona, estoy bien así?-pregunto Sara.

Belladona se acercó a ella y le paso el dedo por sus pechos y le miro a los ojos:

-estas en la primera película de Belladona, tu y yo ante la cámara. Una pregunta cómo te sentirías si te metieran dos consoladores por el ano??

-qué??-dijo Sara asustada.

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