domingo, 17 de abril de 2022

Cambiar y volver a cambiar Cap 3 Amore


Tras los últimos meses parecía que Winona se estaba adaptando perfectamente a convivir con aquellos chicos, Eduard era un chico encantador bastante tímido y agradable mientras que Charles era algo inclasificable para darle de comer aparte. Salió del gimnasio donde trabajaba deseando estar algunas horas relajada en su querido hogar, era noche de series y no quería perdérselas. Era lo más interesante que hacia los viernes por la noche tras romper con Chuck. Subió la escalera corriendo, le encantaba hacer deporte donde fuera y una apartamento en un tercer piso sin ascensor era algo ideal. Al llegar al segundo piso vio a su vecinita Sandra, una jovencita de 16 años que siempre se cruzaba por las mañanas cuando iba al trabajo, una chica con gafitas y con pelo negro que le caía hasta los hombros, con el rostro lleno de pecas. La chica iba abrir la puerta de casa arrastrando una triste mirada, Winona se paró frente a ella y le ofreció una sonrisa:

-Que le pasa a mi vecina favorita-Dijo Winona.

Sandra la miro a los ojos bastante entristecida, la había vuelto a pasar los chicos del colegio se habían vuelto a meter con ella:

-Los chicos del instituto son muy crueles Winona y se meten mucho conmigo, no sé qué hacer.......

Winona apoyo sus manos en sus hombros y le sonrió:

-Son crueles porque son estúpidos, cualquier día iré contigo al colegio y conocerán a tu hermana mayor.......te aseguro que nadie se volverá a meter más contigo.

Sandra sonrió tras escuchar lo que le dijo su amiga, abrió la puerta y se despidió con una sonrisa. Winona se quedó pensativa al pensar en aquello, ella era una de esas animadoras extremadamente crueles con la gente diferente y a hora casi tocando con los dedos los treinta años se daba cuenta lo cruel que fue. Se sentía mucho mejor encontrado perdón con su amiguita, pero no podía olvidar que fue una villana como los que hacían daño a Sandra.

Al abrir la puerta vio a Eduard estudiando junto a su amiga Sam, Winona no quiso hacer mucho ruido y se acercó a la cocina en silencio, cogió un zumo y se quedó mirando a la pareja. Era lo de siempre esa jovencita de bonitos ojos marrones, tenía el pelo muy corto y una frágil apariencia suspiraba por su compañero de piso. Cada vez que el bajaba la cabeza para escribir algo en su ordenador podía ver como Sam lanzaba un largo suspiro y se quedaba mirándolo sin cesar. 

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