Un modula de salvación atravesó la atmosfera, a gran
velocidad, podría ser su tripulante conociera su final al estrellarse contra el
suelo, porque parecía que los fallos que tenía ese trozo de metal no salvarían
a su tripulante. Al correr a una gran velocidad tendría que abrirse un
paracaídas, para parar el gran golpe que lo destruiría. Su tripulante escapo de
la nave que se destruyó en el espacio para encontrar la muerte en algún sitio
terrestre, en algún planeta que no conocía, que no aparecía en ningún mapa.
La suerte hizo que la velocidad se frenara al chocar
con el frondoso bosque, lleno de gigantescos árboles, de cientas de plantas de
todas clases. Cientas de ramas pararon el módulo de salvación. Haciendo que
callera contra el duro suelo, dejando un cráter, por el peso de la gravedad.
Se abrió lentamente la escotilla y su tripulante salió
de allí, retorciéndose sin cesar, por el dolor que sentía, su cuerpo dentro de
ese traje de astronauta crujía, se retorcía, sus huesos explotaban, se volvían
a formar, sus músculos se tensaban, encogían se rompían, para volver a unirse
nuevamente.
Sintió tanto dolor que cayo contra el suelo desmayado,
mientras que su casco se llenaba lentamente de pelo, no cesaba de crecerle un
largo pelo oscuro.
Rick se levanto poco a poco, sintiendo mucho dolor en
todo su cuerpo, le temblaba las piernas, no podía con su cuerpo, se sentía muy
extraño, se quito el casco y se aparto el pelo extremadamente largo que había
crecido sin cesar, se lo toco asombrado, se quito los guantes, pudo ver sus
pequeñas y finas manos, no eran las suyas había cambiado.
Fue andando por la espesa selva hasta llegar a un
pequeño lago y cayo de rodillas, pudo ver su rostro en la cristalina agua, no
se reconocía, no era el, era una mujer. Reconocía ese rostro, sabía quién era,
había memorizado tanto su rostro, la había amado tanto. Con miedo comenzó a
tocarse el rostro, la persona que había perdido, se había transformado en la
persona que había perdido y amado. Estaba confusa y no entendía aquello, era Sara,
su querida Sara.
Negó con la cabeza, estaba confusa:
-No, no puede ser, tengo el cuerpo de Sara soy ella,
no puede ser….
Se llevo las manos a su sexo y cerro los dientes con
fuerza, era un cuerpo que conocía cada centímetro, era un cuerpo que había acariciado
con cariño, con amor, por placer, era cierto era una mujer, era la mujer que
había perdido años atrás, esa mujer de rasgos hispanos.
De rodillas sintió como se humedecía su sexo entre sus
dedos, negó con la cabeza, no tenía que hacerlo, tenía que respetar su cuerpo,
ese cuerpo que amo, que había perdido.
Escucho unos gritos femeninos a lo lejos, eso hizo que
rápidamente se pusiera nuevamente su traje espacial, para tapar su desnudez.
Corrió en buscando de donde provenía los gritos de auxilio.
Comenzó a correr con todas sus fuerzas por el camino
verde, sintiendo el ruido de la hierva siendo pisada por sus botas que le iban
unas cuantas tallas mas grandes. Al llegar donde escuchaba los gritos de
auxilio vio una joven de unos veinte años, de pelo extremadamente largo y
marrón oscuro, piel blanquecina y que vestía con un vestido hecho de piel de
animal, que le llegaba hasta un poco más allá de las caderas. Unas tiras de
cuero envolviendo sus finas piernas. Estaba asustada ya que una vestía le
estaba acorralando para devorarla, ese ser era un gran felino de largos
colmillos y de unas medidas gigantescas, el gran tigre de sable ya estaba
saboreando la carne de aquella chica.
Rick al llegar fue observada por aquella chica, ella
le miro asustada, la mujer hispana, trago saliva viendo como aquella bestia no
dejaba de observar a su alimento. Sin pensarlo dos veces arranco una rama y
golpeo a la bestia para que soltara a la chica, este ser cambio de objetivo
para devorar a la mujer.
Salto contra ella y la mujer golpeo a la bestia, de un
zarpazo desgarro parte de su traje espacial, dejando el traje rasgado y dejando
caer unas gotas de sangre, ella dejo caer la rama y cayo al suelo. La joven vio
como su salvadora podía ser devorada.
La hispana saco de uno de sus bolsillos una pequeña
pistola, cogió rápidamente la rama que tenia en frente y con el láser encendió
el trozo de madera, haciendo que ardiera. Lo cogió con fuerza y golpeo a la
bestia, ese ser al ver el fuego salió corriendo asustada.
Chica asustada no pudo contener mas sus nervios y
abrazo a su salvadora, Rick respiro con calma, estaba tan nerviosa con lo que
había pasado, había sobrevivido al aterrizaje al escapar de la explosión de la
nave de guerra donde viajaba, aparte había vivido algo que le había cambiado
totalmente, era una mujer, era una locura, pero había cambiado de sexo.
El calor del rostro de aquella chica contra su cuello,
el sentir como lloraba, le hacía sentir extraña, quería protegerla, quería
ayudarla, era una cría y la primera persona que había podido ver tras su
llegada.
La cogió por los hombros y la aparto de ella, le
observo lentamente, se quedo sorprendida ya que era totalmente igual que una
humana, no tenia nada que le hiciera pensar que estaba en otro planeta. Le paso
la mano por su largo pelo castaño oscuro, era tan sedoso que se escurría por
sus dedos, le acaricio el rostro, tan frágil y caliente, tan real como ella
misma. Sintió como sus dedos se humedecían con sus lágrimas:
-Vamos, vamos pequeña, ya paso todo…
La joven abrió los ojos y miro a su salvadora:
-Gracias, gracias ¿Quién eres?
La joven dio un paso hacia atrás asustada:
-No serás una Itexir, no quiero ser tu prisionera……No
me hagas daño.
Rick negó con la cabeza y respiro con calma, se llevo
la mano al pecho:
-Soy, soy-Se quedo pensativa por unos instantes-Soy María,
soy tu amiga, no soy una Itexir.
María, la mujer que había deseado, besado, amado con
todas sus fuerzas y que se fue de su vida para siempre para comenzar un viaje
de no retorno, pero estaba anclada en su mente para siempre.
La chica le miro con pena y respiro con calma, era su
salvadora, confiaba en ella, si no fuera así ya le hubiera atado las manos:
- ¿María? Yo soy Leucar y soy de la tribu de las
Memetus ¿De qué tribu vienes?
María se quedó pensativa, señalo a la montaña más alta
que había al horizonte:
-Vengo más allá de esa montaña, mas cerca del cielo
¿Mi nombre María? Es muy común de nuestra tribu….
La frágil chica cogió de la mano a María y le miro a
los ojos, la hispana sintió sus finos dedos tocando los suyos, sintió por
dentro que tenia que protegerla, como el soldado que había sido, como la
soldado que era a hora:
-María ven conmigo a mi pueblo y te daremos las
gracias, ven por favor…
La mujer asintió con la cabeza al escuchar a la
jovencita, le acaricio el rostro y le puso el pelo tras la oreja:
-Claro, pero a estas horas será mejor que descansemos,
yo vigilare mientras tu duermes, entendido….
La joven miro a su salvadora con una sonrisa en los
labios:
-No puedo dormir, me salvaste la vida y tengo tantas
cosas que aprender de tu tribu, quiero preguntar tantas cosas….
María suspiro y le miro a los ojos, negó con la cabeza
y se sentó en el suelo, le hizo un gesto para que se sentara a su lado, la
jovencita lo hizo y la abrazo con fuerza, se sentía segura con su nueva
salvadora. La hispana se quedaría vigilando mientras que Leucar le hacia
preguntas sin cesar, tenia mucha curiosidad por la tribu de aquella mujer que venía
de más allá de las montañas.
La hispana abrió los ojos y se vio encima de esa
camilla, no podía mover su cuerpo, solo podía mover sus ojos, estaba
paralizada, estaba inmóvil, no podía mover sus labios, mientras que un doctor
se acercaba a ella. Se acercaba aquella chica hispana que había llegado a la
morgue. Su trabajo comenzaría cuando se pusiera los guantes de goma y cogiera
su bisturí.
Cuando le clavo el bisturí en su pecho, María abrió
los ojos como platos al sentir el dolor de ese metal cortante abriéndola por la
mitad. Cuando cerro los ojos y los volvió abrir vio que estaba vestida y la
inmensa morgue se había transformado en un ataúd, esta vestida y sentir que ya
no podía cerrar los ojos estaba totalmente muerta, era como sentir la parálisis
del sueño. Vio como su antiguo yo hombre vestido de negro se acercaba a para
despedirse. Nadie pudo detener ese coche que arrollo a la joven que estaba
haciendo deporte hace tres días.
Vio como cerraban el ataúd y como comenzaba arder
lentamente, seria incinerada, como hubiera deseado su familia. Cuando comenzó
arder su cuerpo, la joven despertó de su pesadilla y pudo ver a Leucar a su
lado ya que se había quedado dormida profundamente. María se levanto lentamente
haciendo que la jovencita se apoyara contra la hierva y no se despertara. Se
limpio el sudor del sufrimiento de aquella pesadilla y vio su ropa que le
quedaba tan grande, negó con la cabeza ya que no podría moverse con aquello.
Comenzó a buscar una roca, algo afilado para hacer algunas modificaciones a su
ropa.
Comenzó a romper, a desgarrar la tela de sus mangas y
se hizo un chaleco, se acarició sus bíceps recordando que María era una buena
deportista, una profesora de gimnasia que tenia que mantenerse sana, por eso
tenia que mantener su musculatura. Convirtió sus pantalones y algo mas corto
para poder moverse, poder correr.
Leucar se despertó lentamente y vio a María, sonrió
mirándola:
-Ho-hola buenos días….
María le dio la mano para que se levantara, la
jovencita se apoyo en su salvadora y le miro a los ojos, sintió una cierta
atracción, una cierta vergüenza por esos ojos marrones:
-María, tenemos que comenzar nuestro viaje para llegar
a mi pueblo, te abrirán las puertas por haberme salvado….
La hispana asintió con la cabeza y se llevo la mano al
estomago al sentir que le crujían las tripas, Leucar le miro sonriendo:
-Creo que nuestro primer paso será algo para
desayunar, creo que estamos hambrientas…
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