Mick
hace unos meses que trabajaba con su mejor amiga Emily en un
experimento para el instituto, los dos chicos se habían pasado unas
cuantas horas juntos desde hace tres meses, habían conseguido que le
cedieran el laboratorio para final de clase. La chica estaba con sus
cálculos pensativa, se llevaba la punta del boli pensativa ya que
quería mostrar una cosa que nadie ha podido ver jamás, que no había
podido ver el ojo humano, la otra dimensión. En la otra dimensión
que no podíamos ver en el laboratorio habían cincuenta mujeres que
Emily no podía ver, cincuenta mujeres de cuerpos delgaduchos, piel
blanquecina, pelo rubio y corto, senos pequeños, culos respingones,
totalmente desnudas, algunas estaban masturbándose en el rincón
dela habitación, tiradas encima de las mesas del laboratorio seguían
tocándose, algunas hacían un 69, se frotaban sus sexo, jadeando de
placer. Algunas se frotaban con Emily, le pasaban la lengua por su
rostro, pegando sus pechos contra ella. Pelo la joven científica en
su dimensión no podía ver nada de todo eso. Mick había salido a
coger unas latas de bebida, en la otra dimensión estaban en el
pasillo cientas de estas mujeres rubias follando sin cesar, una a
cuatro patas y otra lamiéndole el ano, otra detrás de ella.
Mientras que el chico sacaba la bebida había dos chicas desnudas
abrazando al chico, pasando la lengua por su cara, otra le cogió de
la cintura y se frotaba contra él. En la dimensión de Mick era todo
tan aburrido. Cogió las latas de refresco y al pasar por el pasillo
que en otra dimensión era una gigantesca orgia lésbica de clones.
El suspiro sin saber que miles de chicas se frotaban con él, que se
abrían de piernas para que se las follaran, ellas querían llegar
hacia el pero él no las veía, nadie podía ver esa dimensión.
Emily
sonrió al pensar en una ecuación nueva, cogió su libreta y comenzó
a escribir sobre la mesa, encima de la mesa estaban en la dimensión
visual que ella no podía ver dos chicas de pelo corto rubio,
cuerpecitos delgaduchos masturbándose, que miraban a la chica con
mucho placer, cuando ella escribía dos chicas le tocaban los pechos
y le pasaban sus lengüecitas por su cuello, tanto sexo que ellas
disfrutaban y la joven científica no podía ver ni imaginar. Mick
trajo un par de latas y le dio una a su amiga, la chica sonrió y le
enseño lo que había calculado, el chico miro el cálculo, sin saber
que Emily era rodeada por las mujeres de otra dimensión que se
besaban y acariciaban sus pechos, pasaban sus manos por su entre
pierna. Mientras que el chico miraba lo que le había dado su amiga,
unas chicas de la otra dimensión frotaban sus cuerpos desnudos
contra el suyo. El chico miro a su amiga y sonrió:
-Me
encanta ¿Qué tal si mañana lo hacemos? Estoy cansado..
Emily
cogió sus cosas mientras que en la dimensión sexual las mujeres se
frotaban con su cuerpo, follaban por toda la habitación:
-Vale
Mick, tengo tantas ganas de presentar esto en el concurso de
ciencia...
Las
chicas de la dimensión que no podíamos ver, la dimensión de las
chicas de cuerpecitos de lolitas, de pelo corto y rubio podían
frotarse con todo, follar a nuestro alrededor pero no podían mover
las cosas a su placer, tenían que esperar que los humanos movieran
las cosas y ellas rápidamente se aprovechaban de eso. El chico llego
a su casa y pudo ver que su madre Carolina estaba durmiendo, la mujer
estaba tumbada en la cama con la boca abierta, dando ronquidos, pero
no sabía ni ella que tenía encima de su cara una chica de otra
dimensión con las piernas abiertas aprovechando que sus labios se
deslizaran por su coñito, al lado de la madre de Mick estaban un par
haciendo un 69, otras dándose el lote pegándose contra las paredes.
El chico se pegó una ducha y cuatro chicas se frotaban contra su
cuerpo, el chico no veía aquello, era imposible y suspira por perder
la virginidad. El chico se acostó en la cama y puso la televisión
se comenzó a masturbar al ver una película porno, tres chicas se
llevaban su polla a su boca, disfrutaban tanto de aquello, mientras
que otras dos le besaban, le lamian el cuello. El chico tras correrse
dejo que su polla volviera a su tamaño mientras descansaba, pero
seguía muy dura, mientras se quedaba dormido, un par de chicas se
metían su polla en su coñito, un par pero ya había una cola para
meterse esa polla en su coñito o culo.
Emily
cogió el autobús
para llegar a casa, estaba cansada y estaba deseando pillar la cama,
al subir al medio de transporte sonrió al ver que iba cuasi vació,
tenia un sitio para sentarse y poder ver el paisaje urbano. Al
sentarse no se daba cuenta lo
que pasaba en
la dimensión de las lolitas, en los asientos aquellas chicas
desnudas, de pelo corto y rubio, cuerpo delgaduchos follaban sin
cesar entre ellas,
lo suyo eran orgías
en esa dimensión que tocaba la nuestra pero para nosotros era
invisible. En el pasillo del autobús
se frotaban entre ellas, se lamían
sus coños, sus pechitos. Dos lolitas dimensionales estaban
manoseando a Emily y besandole el cuello, mientras que ella miraba el
paisaje le metían
mano no mas allá
de la tela de su ropa. Una de esas chicas se puso en pie en el
asiento pudiendo
frotar su coño en el rostro de la chica.
Mick
se había levantado muy temprano su madre Carolina ya estaba
preparando el desayuno, mientras andaba por el pasillo, cinco lolitas
invisibles para el chico, estaban a cuatro patas una tras otra
lamiéndose
sus anos y gimiendo,
pero sus gemidos eran mudos para nuestra dimensión. El chico sonrió
al ver a su madre y al ver que tenia un plato de beicon con huevos
encima de la mesa, al sentarse 10 lolitas lo rodeaban masturbándose
sin cesar.
Carolina
sonrió al mirar a su hijo mientras que las lolitas dimensionales le
lamían el cuello y acariciaban su cuerpo:
-¿Que
aras hoy cariño?
-Pues
mama hoy vamos a probar los nuevos cristales para el proyecto de las
gafas…
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